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“Cómo y Por Qué Desapareció” |
“un Ingenio Azucarero” |
“por Martín Lliraldi” |
“fotos de Paco Altuna” |
en Bohemia |
26 de Octubre de 1952 |
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Foto de la torre del ingenio María Victoria |
“Esta alta torre de concreto, en la que el tiempo ha puesto un color gris oscuro y unas cuantas grietas que amenazan con derrumbarla un día, hace años estuvo pintada de blanca, y por su gigantesca boca que se abre al cielo como en un grito permanente, el humo negro de los quehaceres de la zafra escribió con trazos de nubes el diario de los esfuerzos -de hombres que mantuvieron una rica zona azucarera. |
“Fue el Central "María Victoria", en el término municipal de Aguada de Pasajeros, en Las Villas. Era un pequeño mundo entregado a la incesante producción de azúcar, hasta el día en que comenzaba el doloroso "tiempo muerto". |
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Restos del María Victoria |
“Pero en uno de esos años -en tiempos de la dictadura machadista- llegó al "María Victoria", procedente de La Habana, la terrible sentencia de muerte: restricción azucarera, consecuencia trágica para la primera industria cubana, de la implantación del Plan Chadbourne: producto de un egoísta y antipatriótico juego de gruesos intereses que se sobrepusieron al interés primordial del pueblo de Cuba, como era y será siempre, vivir decorosamente, sin hambres ni penurias, cual corresponde a un país rico como el nuestro, amante del trabajo y del progreso. Y al paco tiempo, las inmensas naves de zinc pintadas de albayalde, se redujeron a sus cimientos, y las bancazas de las potentes máquinas quedaron vacías, a la intemperie. |
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"las enormes ruedas dentadas" del María Victoria |
“En el batey del Central "María Victoria" hubo entonces un silencio de cementerio. Había callado para siempre aquella música de compases absurdos que producían los chirridos y los golpes secos de su maquinaria. El "tándem", quieto y abatido por el herrumbre, parecía un infinitamente largo lecho de muerte. Las calderas y los tachos se posesionaron de un frío como de madrugada eterna. El piso de azúcar se convirtió en una explanada propicia para la yerba. Y las enormes ruedas dentadas que habían movido en un círculo de riqueza a la industria primaria de Cuba, saltaron de sus ejes para caer en la manigua. |
“El guajiro, que se despertaba con el pito de la estrepitosa locomotora al pasar frente a su bohío sobre los raíles como de plata recién pulida, lloró sus más gruesas lágrimas en la madrugada. El tren de caña no pasó jamás. Y hubo alguno que en un gesto de rabia echo mano al mango de su machete, y dibujo en el aire un tajo decapitador de un culpable distante. Y cuando vio cruzar, por última vez, para quedarse quietos para siempre en los chuchos del batey, los
carros de hierro que le traían y le llevaban su felicidad hecha jugosos y dulces trozos de caña, loco, todavía con la afilada hoja en la mano, corrió desesperadamente detrás del tren, y un día lo encontraron bajo unas pesadas ruedas, con la cabeza suelta, reclinada en un cojín de verdolagas ensangrentadas. Era parte de la cosecha de tragedias de la restricción azucarera. |
“El momento eternamente ansiado por los pequeños colonos del Central "María Victoria" era entrar por las puertas de esta casa, hoy rodeada por la desolación. Allí era donde el guajiro tenía crédito para salir rumbo a su bohío con las alforjas abultadas. En ellas llevaba la vida de una mujer que sabía cantar décimas y de unos niños que prometían devorar cañaverales con la mocha que sudaba azúcar. Era el departamento comercial del ingenio. Pero la fatídica restricción azucarera llegó un día como un viento de huracán, y cerró esas puertas, y con ellas el vivir de cientos de hombres, mujeres y niños que por no dejar de mirar la tierra, se despreocuparon del cielo y de sus estrellas en las noches guajiras. |
“Y el hambre y la miseria vinieron galopando desde tierra adentro, y los barracones del ingenio se saturaron de niños famélicos y enfermos. Era el empujón brutal del Plan Chadbourne, el codazo inmisericorde de la ambición desenfrenada, de la restricción de la vida de quien la merece sobradamente, porque no ha vivido nunca. Y ahí están sus hijos, con sus pequeños vientres abultados, repletos de parásitos, con sus cuerpecitos desnudos, y, sin embargo, con una sonrisa amable para el periodista que llega vestido de limpio, hablando un idioma que no se entiende. Y cuando nos fuimos del Central "María Victoria", a través de una cadena de fangales, sentimos ganas de sacar el pañuelo y llevárnoslo a los ojos por aquellos niños que son iguales a los nuestros. |
“Nadie va por el Central "María Victoria". Lo separa del pueblo una interminable cadena de fangales, el abismo insalvable de unas furnias cubiertas de aguas pútridas, y las líneas del ferrocarril que antaño atestiguaron un tráfago incesante, parecen hoy como devoradas por los yerbazales. Y allí está el hierro tirado sobre el suelo, con la apariencia de una queja larga, de años, de lustros de miseria, de protesta que nadie oye, ni toma como ejemplo de lo que para Cuba significa darle un tajo a la zafra y ponerle un guión más largo y desesperante al "tiempo muerto". |
“El, tanque de petróleo que encendió el alma del central azucarero, el chorro negro, que se convirtió en estallido luminoso, para llenar de ruidos y de vida todos las ámbitos, la restricción azucarera, el
diabólico Plan Chadbourne lo ha dejado en la humilde condición de hierro viejo, sin el prestigio de un humilde mercado que lo reclame. Y allí está, como un jalón horizontal de la miseria que se vive atrás, gritando con la garganta seca de la desesperación, la angustia infinita de los barracones. Y los pontones de cemento sobre los que se alzó un gran central azucarero, le sirven como de candelabros, al tanque abandonado, en un velorio sin término.” |
El Municipio de Aguada de Pasajeros en la Provincia de Las Villas |
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