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Mickey Rooney
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Cine en Cuba

Durante su extensa carrera artística, más de ochenta años de actor de cine, Mickey Rooney ha sido nominado para cuatro Oscares de la Academia y un gran número otros premios y reconocimientos. En 1983 se le otorgó el Oscar Honorario en reconocimiento de sus Cincuenta años de actuación.


Nació: 23 de septiembre de 1921 - Nueva York, Nueva York, USA

Mencionamos algunas de las películas en que actuó Mickey Rooney con links a datos e información en una selección de las presentadas en Cuba:


1926 - Not to Be Trusted
1927 - Orchids and Ermine (Orquídeas y Armiño)
1927 - Mickey's Circus
1939 - Babes in Arms
1943 - The Human Comedy
1954 - Drive a Crooked Road
1954 - The Atomic Kid (El Chico Atómico)
1955 - The Bridges at Toko-Ri (Puentes de Toko-Ri)
1955 - The Twinkle in God's Eye
1956 - The Bold and the Brave
1956 - Magnificent Roughnecks
1957 - Baby Face Nelson
1979 - The Black Stallion



Mickey Rooney
en Bohemia del 25 de febrero de 1940
por Berta Arocena

“Tres lindas muchachas se disputan el honor de ser "primera dama"
“de Mickey Rooney en su próxima película.
“Son ellas Ann Rutherford, Judy Garland y Lana Turner”

“Hacia las doce de la noche de enero 30, en el salón de baile del Hotel "Mayflower", de Wáshington, el alcalde Ernesto Brown, apercibió al juez Fay Bentley, de la Corte Juvenil del Distrito, encaramado en una silla, oteando ansiosamente sobre la abigarrada multitud. El Alcalde le preguntó con cortesía, si lo podía ayudar en alguna cosa. Y, el juez Bentley respondió a gritos:


“"¡No, no! ¡Lo que quiero es ver a Mickey Rooney!"


“¡Mickey Rooney! Pues, ¡claro está! ¿No es este chico un tema apasionante para un juez de Tribunal de Menores? Mickey Rooney se robó toda la atención del fastuoso baile con que celebraba el "Mayflower" el cumpleaños del presidente Roosevelt. Mickey besó a todas las damas del gobierno, mientras los esposos -y ahí está la foto del Secretario de Marina- sonreían al atrevimiento del chiquillo audaz Mickey Rooney merece una silueta periodística, por ese su relieve que conmueve, no tanto a las chicas que plagian a Deanna Durbin, como a las mujercitas que devanan la segunda juventud. Vamos a enfocarlo en seguida. Más que galán de celuloide, Mickey ilustra un ejemplo apasionante de psicología juvenil.


“Muchachote tosco, cultivador del slang, hace alarde, muy serio, de regir sus destinos de hombre y su salario fastuoso de actor. Nunca se puso pantaloncillos cortos, a pesar de su estrellato infantil. Abomina de las mujeres y no se siente disminuido por su escasa estatura, sugiriéndonos con ello, quizás, que los chicos muy espigados suelen difuminarse en ensueños feminoides, cortejando al Amor.


“Para Mickey, el deporte, la diablura, la trayectoria riesgosa al margen de la ley. Para Freddie Bartholomew, que en algún momento pudo ser su rival, la anécdota ñoña, la camisita de olán. Freddie sí ha ido gestando, en su ademán meditativo y soñador, un galancete para las chicas quinceñas, que buscan un complemento, en el varón, para devanar el romance, cabe la ventana florecida del ecran. Mickey malgre Judy Garland, debe interesar mucho más a las mujeres, que en la segunda juventud, tienen rudos retoños de valiente agresividad masculina. Agresividad, que sólo en el íntimo reducto de una infancia asordinada, suele desmayarse algunas veces, rociada por un llanto pegajoso. Por ese llanto de las chicas, que a los tipos como Míckey se les antoja -si menos es lo que dicen, protegidos por áspera corteza varonil -un recurso, una mojiganga, para fastidiar a los muchachos -amigos, parientes, vecinos -que asolar el barrio, con turbulencias de pillos, con plagios de "ganster" en embrión.


“Mickey Rooney, atractivo número uno de taquilla, actor que impresiona a empresarios y críticos, por igual, nació el 23 de septiembre de 1921. Sus padres, Nell Brown y Joe Yule se encontraban entonces en Brooklyn, cumpliendo un contrato de vodevil. Bailarina ella, semi-clown él, envolvieron al chiquillo, a los once días del nacimiento, emigrando a Albany con maletas y trouppe.


“Mickey debutó en la escena a los once meses. No con indumentaria de canastilla. El inmenso actorzuelo de la "Metro" conserva como recuerdo de su inicial actuación un smoking miniaturesco.


“De todos modos, la bailarina y el cómico decidieron que Mickey era muy joven para representaciones teatrales. La existencia trashumante de los esposos, sin embargo, dificultaba la nursery, y el pequeño siguió imitando a sus progenitores, tras las bambalinas del escenario, de donde venía el cotidiano pan. Una vez, a los dos años, se coló en el acto paternal. Estornudó. Aplaudió el público. En lo recóndito, el futuro Mickey Rooney se sintió satisfecho de imponer su presencia a los demás. Desde aquel día, Joe Yule Jr. -¡qué horror! todavía a los dos años, continuaban denominándole con el apelativo de su papá! -fue una parte del "perfomance"; un acicate para que la gente acudiera al vodevil.


“Mickey Rooney, con diez y ocho primaveras en su haber, tiene ya, ahora, una laboriosa carrera cinematográfica. Del vodevil, lo extrajeron a los cuatro años, para un papel en la película "Not to be trusted". Y en seguida, mortificó a Colleen Mcore en "Orquídeas y Armiño". Su protagonización, a lo largo de una infancia saludable, ha sido señuelo de triunfo. Nadie olvidará su "rol" en "Sueño de una noche de Verano". Ha dicho Max Reinhardt que Mickey Rooney es el perfecto Puck.


“Mickey Rooney con la autora de sus días”

“Pues, con Puck -con un perfecto protagonismo artístico- terminó su niñez. Y se hizo realidad la promesa de un adolescente masculino, sin mixtificaciones feminoides: un tipo cabal. Ahí, en "Boy's Town", su rudeza y su cinismo, su impertinencia y su complejo de superioridad. Ahí, parejo a Spencer Tracy, aunque Wallace Beery lo balancee mejor, con todo el subraye -exagerado tal vez, pero ¿no exagera un pillastre en los umbrales de la juventud?- de su valentía que recurre al chiflido y al cigarrillo, a la insolencia y al desamor, para que no lo amedrente la infancia agazapada en la sub-conciencia, como ese "coco" de las canciones de cuna, como ese llanto de las muchachitas sentimentales, mojiganga que solo sirve para fastidiar a los demás.


“Mickey Rooney, es, más que nada, un "american boy". Tiene su pandilla de connotados peones del deporte en Hollywood. Por eso, dio un respingo, al ser interrogado por una reportera de "Photo Play". "¿Quién dijo que Freddie Bartolomew va a jugar pelota, de verdad? Eso es "ballyhoo".


“Mickey se ha salido siempre con las suya. Discute con los directores. Y no estudia sus papeles, más allá del "set", donde se pasea como en campo familiar. Cierto que vive con su mamá, quien en la actualidad es propietaria de un restaurante de Hollywood. Pero, la mamá de Mickey dista mucho de ser la tía Tutelar de Freddie. En una ocasión, empeñado el chiquillo de once años en adquirir un automóvil, y todavía sin alternativa en el manejo de sus entradas, se encontró con quince dólares como presupuesto a cubrir su capricho. "Para una bicicleta, basta!" pensó la mamá. Pero, Mickey vagabundeó por la ciudad. Olfateó en todos los rastros. Y se consiguió, al cabo, un auto desvencijado. Jinete del cacharro, "driver" minúsculo, fotuteó la burla a la autora de sus días, imponiéndole la urgencia de su emancipación.


“Mickey es adolescente. Con su empeño logrado de auto-administrarse, no es, desde luego, una persona mayor. Y no depende de su corta estatura, ni de sus exagerados modales de "bad boy". Depende, directamente, del mensaje impresionante de su personalidad, que coincidió con el tipo cabal de la adolescencia masculina, sin mixtificaciones. Puck! Símbolo ajustado de esa adolescencia para los directores de talento, que por su suerte, trabajan y viven en el calumniado Hollywood.


“El claro-oscuro que acentúa la trayectoria de adolescente varón que de manera magistral sirve Rooney a sus millares de admiradores, en el dramático momento de "Con los brazos abiertos", cuando un automóvil corta los impetus de fuga de Whitty March, empujándolo de nuevo a la ciudad de los niños, bajo la supervisión del Padre Flannagan. Sí. Es ese automóvil que arrolla al compañerito ingenuo, seducido por las bravatas y las fulleras artimañas electorales de Witty Marc, hermano y pichón de criminal. Es el "puchero" del muchacho, a quien una reserva de candor, de belleza de bondad, le ha pegado el llanto de los niños y las mujeres. Capital humano, dilapidado a la inversa a menudo, por una adolescencia masculina sin orientar.


“Es Mickey Rooney en la pantalla. Es Joe Yule Jr., rescatado por el cine para servir de tema a una científica y entrañable interpretación psicológica. Es la adolescencia de esos hombres, valerosos, cuyas inflexiones heroicas oscilan entre la obra social de un líder de irredentas multitudes y el fichero de un malhechor. De que surja o no surja un resorte certero, premeditado o circunstancial, depende la dilemática trayectoria a seguir.


“Mejor que galán. Dejemos a Freddie Bartholomew, pensativo y soñador, para complemento de las chicas que buscan devanar un romance, cabe la ventana florecida del ecran. Y, desentrañemos el misterio alucinante de la adolescencia masculina, de tipo cabal, enfocando la corta estatura, la insolencia cínica, los desplantes, la superestimación, el desprecio a las mujeres, que según Rooney "lo echan todo a perder", de ese actor de diez y ocho años, rojizo, áspero, rebelde y contestón, que alardea de no haber usado nunca pantaloncillos cortos y de disponer de su albedrío como un solterón.


“¡Mickey Rooney! Humedecidas las pestañas, en vilo la emoción, las mujeres que desfloran la segunda juventud, madres, por lo menos en potencia, de un parecido "boy", captan en su "puchero" de niño toda la belleza, toda la poesía, todo el temblor, que cuidadosamente las bravatas ocultan, mientras espiralea un chiflido o el humo de un cigarrillo, no precisamente encendido para "flirtear". Porque Mickey Rooney, lectores, se nos antoja el "anti-flirt".”




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Última Revisión: 1 de noviembre del 2009
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